El otro Martes a la noche hubo un atípico cumpleaños en Kábbalah: unas 30 personas y todo super tranquilo... regalitos en el escenario para los invitados, Joaquín Sabina de fondo cantando canciones para "amenizar", unas buenas Saltas negras coronando el banquete de picadas fiambreras, y entre risas y charlas, entra un tipo solo y se dirige a una mesita. Voy con la carta, viendo que sin inmutarse, empieza a desplegar una serie de pinceles, paletas, colores y cuadros, todo lo que tenía en un pequeño bolsito debidamente acomodado. Mientras las chichis lo miraban con cara de -éste quién es, con esos pantalones?- (llenos de pintura, como es lógico) yo le preguntaba si quería tomar algo, y él me pedía el famoso Vasito de agua. Bien, me acerco a la barra pensando: -bueeeno, qué me molesta que no consuma, al menos se va a poner a pintar algo...- y le alcanzo el Vasito de agua. A decir verdad, algo me molestó -y no el ser un poco tacaña- era la mirada de las chichis lo que me irritaba. Por eso quizás, me parecía interesante todo lo que ese tipo generaba, retratando a la gente con tinta china, sin hablar con nadie -y llamando la atención de todos- era una cosa como medio misteriosa. Mi intriga comenzaba a aparecer. Hasta que veo que el cumpleañero le habla, y se me acerca para invitarle a una cerveza: ahí caí, el tipo estaba "contratado" por él, y su trabajo era pintar a todos sus amigos. -Menuda manera de cumplir años- pensé. Le dí la cerveza, y observé cómo el agua del vasito ya se había transformado en pintura, con ese color cuasi-caca que toma cuando se mezclan todos los colores. El tipo tomó un sólo vaso (de cerveza) en toda la noche, ya que pintaba frenéticamente... hizo como 10 cuadros en 2 horas. Curiosamente, los que poseían un colorcito marrón, eran una mezcla de café con cerveza negra.
Y ahí sobrevino mi reflexión. Descubrí que todo lo que me llamó la atención (además de sus hermosos retratos, que pinta asiduamente, en la plaza de San Telmo los Domingos) fue la clase de Performance que se estaba generando: el pintor misterioso mojando pinceles en cafés, las parejitas retratándose, los que le preguntaban cosas, los que lo miraban desde la calle, las que lo miraban "raro", y entremedio... un cumpleaños, ahora con Los Rodríguez sonando. Era un espectáculo en sí mismo, donde los actores y espectadores éramos todos.
Kábbalah fue un bar del Abasto porteño que tuvo una corta vida: un año y 8 meses. Proyectado como un espacio cultural, y luego de haber vivido las restricciones post-cromagnon, nos hemos dedicado durante un año y medio a ser meramente un "lugar de encuentro". Las noches de Kábbalah quedarán en el recuerdo de muchos como algo especial. Este blog intenta continuar con su espíritu, si es que creemos en lo espiritual.
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23/8/07
Bares y Performances
Le propuse que viniera a pintar a la gente de vez en cuando, quizás lo hice con cierto deseo de repetir ese instante, ERROR! eso no va a volver a pasar. Pero sí pasarán otras cosas.
Ya saben: si un viernes, sábado o una noche cualquiera, hay un tipo misterioso que sienten que los mira, no se preocupen, su arma más peligrosa es un pincel.
Ahora, les dejo este raro video para que se rían un poco: un día lo hacemos en Kábbalah. Total, no hay permiso de Música, Canto y Variedades que pueda impedir esta "performance", si es que se le puede llamar así...
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2 comentarios:
che bsta de cerrar kabbalah!!!!!!!!
kaminero: ahí te dediqué un post. no te sientas mal, los culpables son otros. y con la mala leche que me contagió hoy la maldita burocracia, lo que escribiste fue la mejor inspiración.
TE GANASTE UNA SALTA.
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