Rufián melancólico
Un extraño bar nocturno que recibe con montaditos, tragos y gazpacho a los elencos teatrales del Abasto.
Por Cecilia Sosa
En el corazón del Abasto está Kabbalah, un bar nocturno y teatral, dueño de una historia tan única como improbable: una Navidad cualquiera un motoquero catalán que además es escenógrafo, técnico en luces y adscripto a la comunidad de Rufianes melancólicos (David) llega a Buenos Aires acompañando a su ex mujer actriz en gira latinoamericana, se enamora de una chica local (Lucila), regresa a casa sólo para vender casa y auto (y regalar lo demás) y desembarcar con su Harley en pleno Palermo Cuzco porteño.
En abril de 2006, la flamante pareja inauguró Kabbalah y, aunque las restricciones post-Cromañón impidieron convertirlo en el centro cultural que soñaban, lograron imponerlo como “must” entre los teatros de la zona, a fuerza de volantes, montaditos (tostadas con ingredientes montados a combinar) y tragos catalanes.
Juntos, David y Lucila también decoraron el viejo almacén con afiches de films locales, rescataron algunas mesas de madera, una fonola con discos de vinilo que no anda pero queda linda y armaron una biblioteca ofreciendo descuentos a quienes se acerquen con donaciones.
De jueves a domingos, y hasta las 4 de la mañana, se puede hacer marchar la mejor pizza napolitana, la picante bolognesa o la “maja” vegetariana. O una vuelta más de montaditos; una picada criolla (jamón crudo y cocido, bondiola, salamín, aceitunas, quesos y más) o incluso un gazpacho andaluz, bien helado y al uso de la vieja España. Para tomar, licuados y mate (con recambio de yerba incluido) por las tardes; y fiebre de tragos múltiples con coscorrón y carajillo, chupitos (nacionales y de importación) y hasta una exclusiva cerveza salteña que vale la pena testear in situ.
¿Los fetiches de la casa? Un maniquí gigante que custodia un escenario en desuso y dos viejos barriles-fumadores que permiten hacer puerta contemplando la magnificencia de las torres del Abasto. ¿La Harley? Estacionada en la puerta.
Kabbalah queda en Guardia Vieja 3460, 4867-4742. Abre de martes de domingos de 18 hasta la madrugada.
Kábbalah fue un bar del Abasto porteño que tuvo una corta vida: un año y 8 meses. Proyectado como un espacio cultural, y luego de haber vivido las restricciones post-cromagnon, nos hemos dedicado durante un año y medio a ser meramente un "lugar de encuentro". Las noches de Kábbalah quedarán en el recuerdo de muchos como algo especial. Este blog intenta continuar con su espíritu, si es que creemos en lo espiritual.
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2/3/07
Nota publicada en Página/12 - Radar (25/02/07)
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